jueves, 23 de febrero de 2023

Nuestra historia de amor: Capítulo 148: Mi mamá enferma gravemente.


 Hacía ya varios meses desde que había empezado a viajar de nuevo, fui integrado a los equipos de especialistas que se encargaban de optimizar el software de telecomunicaciones y eso me hacía ir a los lugares donde se hacían pruebas de nuevos equipos y redes. Esto se hace en lugares remotos del país, estados como Alaska, Kansas, Utah, North Dakota, Wyoming o Hawaii.

En esta ocasión mi equipo estaba trabajando en la isla de Molokai, la menos habitada del archipiélago y la mas aislada, a pesar de estar casi en el centro de este; en todo caso era un lugar ideal para hacer pruebas debido a sus circunstancias particulares. El hospedaje en el lugar también era escaso y el servicio de telefonía no cubría toda la isla por razones obvias.

Gitty sabía mis horarios porque se los había explicado y en todo caso si necesitaba hacerme saber algo fuera de esos tiempos me mandaba un mensaje de texto que leería apenas tuviera señal y la llamaría de regreso o le respondería el mensaje.

El viernes 10 de enero me mandó un mensaje de texto que decía solamente: "llámame apenas tengas un chance." Eso fue lo que hice y me dio la noticia casi de inmediato:

- A la señora Graciela le dio un ACV esta mañana hora de Venezuela y se la llevaron al hospital Pérez Carreño, Marlene me llamó para decirme y ella está en la emergencia del hospital con tu mamá.

- ¿Y qué mas se sabe?

- Hasta ahora es lo único que me ha dicho, luego se va a comunicar conmigo para darme mas detalles.

- Ok, me mantienes informado, lo malo es que aquí no hay casi cobertura.

- Quédate tranquilo y ocúpate de tu trabajo, yo estoy aquí y estoy pendiente, apenas sepa algo nuevo te escribo y luego hablamos.

Aquello me cayó como un baño de agua fría, en un lugar remoto en el centro del océano Pacífico y casi sin posibilidades de mantenerme comunicado mientras estaba, paradójicamente, trabajando en un proyecto de telecomunicaciones. En la isla solamente había un hotel  digno de tal nombre que también era resort y era el lugar en donde el equipo se hospedaba, por suerte había buena recepción celular.

Esa noche llamé a Gitty y le dije que siempre tendría el teléfono encendido en el hotel por si había novedades con la salud de mi mamá y que a cualquier hora que llamara lo contestaría.

Durante ese fin de semana me fui enterando a cuentagotas de lo que pasó. Mi mamá empezó a sentirse mal y tuvo chance de llamar a Marlene, que vive en el primer piso del edificio, para que la ayudara; cuando Marlene llegó ya el ACV había hecho efecto y mi mamá estaba semiinconsciente en el piso de la sala de su apartamento. Como se pudo lograron montarla en un taxi porque en Caracas las ambulancias son casi inexistentes y la llevaron al hospital público que no estaba en un estado de carraplana total, el Miguel Pérez Carreño.

Al llegar al hospital la pasaron a emergencia y le brindaron cuidados básicos, pero ninguno de los necesarios para hacer un diagnóstico rápido ni tampoco se hicieron los procedimientos urgentes de rutina en estos casos para prevenir mayores daños al cerebro, simplemente le buscaron un espacio en el salón de emergencias y allí quedó montada en una camilla.

El sábado 11, por fortuna, apareció mi hermano y pudo iniciar algunos trámites a ver qué se podía hacer en el caso. Se necesitaban ciertos exámenes que no se podían hacer en el hospital y había que buscarlos en otros sitios, hablamos de tomografías (CT scans) y exámenes de sangre. Ese hospital, en los tiempos de la democracia, llegó a ser uno de los mas avanzados y mejor dotados de toda latinoamérica, fue el primero del subcontinente donde se hicieron transplantes de corazón, riñón, hígado y pulmón. Para 2014 no era ni la sombra de lo que había sido 20 años antes.

Todos esos exámenes costaban dinero, y por suerte, al menos mi hermano tenía algo y pudo pagarlos. Sin embargo, luego de haber pasado seis horas desde el ataque original, si no se habían tomado medidas de emergencia básicas las probabilidades de que el paciente se recupere son prácticamente nulas. Para empeorar mucho mas las cosas, no había camas disponibles en el hospital y lo que le quedaba era seguir en la zona de emergencias, que es el peor lugar posible para un paciente así, especialmente durante los meses mas fríos del año, que son normalmente enero y febrero.

Estar en ese sitio, casi que expuesto a los elementos, puede causar complicaciones indeseables, por lo que había que buscar la manera de sacar a mi mamá de allí. En el siguiente capítulo explicaré como personas a quienes ella ayudó mucho a lo largo de su vida le fallaron miserablemente en su momento de mayor necesidad. 

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