martes, 7 de febrero de 2023

Nuestra historia de amor: Capítulo 133: Seafair y nos quedamos sin carro.

 

En el mes de agosto se celebra una feria de verano en Seattle que recibe el nombre de Seafair, donde se programan muchos eventos y espectáculos de todo tipo junto con la visita de navíos de la Armada y un festival aéreo de su grupo acrobático, los Blue Angels. Asimismo, se programan diversas presentaciones de artistas locales muy populares como las cheerleaders del equipo de fútbol americano de la ciudad (Seattle Seahawks) llamadas las Seagals. Ese año Gitty pudo tomarse una foto con un oficial de la Armada y yo me tomé otra con las cheerleaders.

No pudimos ir a ver a los Blue Angels, pero al menos Gitty pudo subir al buque de guerra con Graciela y tuvieron la oportunidad de fotografiarse a bordo del navío.


Luego de finalizada la feria volvimos a nuestra rutina, pasó el verano y llegó el otoño; todo parecía transcurrir sin novedad hasta que el viernes 24 de noviembre cuando regresaba de Redmond la camioneta empezó a fallar, logré llegar a la casa y al día siguiente la llevé al mecánico para que me diera la mala nueva: le había entrado agua al motor y la máquina se había dañado, había que cambiarla o rehacer por lo menos el 75%.

Cualesquiera de las dos alternativas que se tomara no costaría menos de 3.000 dólares, así que tendría que pensar que hacer, porque de paso para ese entonces estaba trabajando en granjas de servidores conociendo los procesos de mantenimiento y de seguridad y para eso necesitaba un medio de transporte confiable.

Para colmo de males, porque la Ley de Murphy es real y cuando se cumple lo hace con todos los hierros, el martes 27 nos iba a llegar una visita de Venezuela y ahora la íbamos a recibir sin carro. Esa visita era la de nuestra sobrina Johana, la hija mayor de Sigrid, mi cuñada, a quien su tía había invitado para que pasara una temporada con nosotros porque estaba tan contenta de vivir en el apartamento que se lo comentó a toda su familia y les dijo que vinieran si así lo deseaban.

Lo cierto del caso era que nos habíamos quedado sin medio de transporte en un momento muy delicado y tendríamos que echar para adelante improvisando.

- Nos quedamos sin carro y para lo que cuesta la reparación prefiero comprarme otro y no tener que pagar arreglos adicionales, porque cuando se cambia un motor de carro hidromático a la larga hay que cambiar la caja también, en los sincrónicos no hay ese problema, pero esta camioneta no es sincrónica.

- ¿Y entonces qué piensas hacer?

- No tengo idea, pero por ahora lo voy a dejar así porque no tengo otra opción y el año que viene veré que se me ocurre, ahora estoy en blanco porque no me esperaba esto.

- Yo tampoco, lo peor es que a Graciela se le va a hacer mas difícil ir a clases porque la escuela queda lejos.

- Así es, ese efecto cascada es bien malo y llegó sin avisar, ahora no queda mas que improvisar sobre la marcha.

- ¿Y qué vamos a improvisar?

- Cómo transportarnos mientras se ve lo que vamos a hacer. Por ahora Graciela y yo tendremos que caernos de la cama, no podemos darnos el lujo de levantarnos después de las cinco de la mañana si queremos llegar temprano a nuestros destinos.

- Esa sí es una verdadera cagada.

- Y que lo digas, y todavía no metemos en la ecuación a Johana, no vamos a poder llevarla a pasear a muchos sitios.

- No, siempre las cosas se voltean a última hora.

- Ni modo, a echar para adelante, no nos queda otra.

- A lo Eudomar Santos, como vaya viniendo vamos viendo.

Así que nos preparamos como pudimos para recibir a la sobrina de la mejor manera posible, mientras nos ajustábamos a nuestra nueva vida como usuarios del carro de Lola, un poquito a pie y otro echándole bolas.


 

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