jueves, 28 de septiembre de 2023

28 de septiembre.


 Hace 38 años, el 28 de septiembre de 1985, Gitty y yo nos hicimos novios. Fue algo completamente improvisado, no tenía plan alguno ni se me había ocurrido nada para impresionarla; quería que fuera mi novia porque estaba enamorado de ella, pero no sabía como llegar a esa meta.

Gitty también se había enamorado de mí, pero no iba a reconocerlo tan pronto, es deber de la mujer hacerse la difícil para ver qué va a hacer el hombre al respecto, si va a tener la valentía suficiente como para declararse o la audacia necesaria para generar el momento propicio.

He pensado mucho durante mis noches solitarias y he llegado a reconstruir esa noche momento a momento. Si bien ella no decía nada acerca de sus sentimientos, su mirada y gestos la delataban; me miraba constantemente y siempre que podía lo hacía directo a mis ojos. Cuando nos montamos en el taxi que nos llevó a la fiesta me había tomado la mano mientras la ayudaba a entrar, y luego cuando nos sentamos en la mesa y empezamos a hablar se había volteado por completo en su asiento para estar frente a mí, cosa que yo hice también, hasta que nuestras rodillas se tocaron.

En algún momento de nuestra conversación nos volvimos a tomar las manos y fue cuando ella decidió darme el empujón que cambiaría nuestras vidas, cuando me preguntó:

- ¿Y tú tienes novia?

Al responderle que no, pude preguntar lo que tanto había deseado desde hacía varios días:

- ¿Quieres ser mi novia?

Y ella me respondió que sí de inmediato.

Muchos años después, ya viviendo en Seattle, aunque antes del diagnóstico del cáncer, le pregunté:

- Luego de todo este tiempo y tantas cosas que hemos pasado, si hubieses tenido conocimiento de todo lo que nos iba a pasar en el futuro, ¿me habrías respondido que sí esa noche?

Recuerdo que me respondió razonando:

- Mi respuesta habría sido la misma, no me arrepiento de haberte dicho que sí, porque al menos fuiste el hombre que escogí y eras con quien yo quería compartir mi vida, con todo lo bueno y lo malo. Además eres el padre de mi mayor tesoro y ya solamente nuestra hija era mas que suficiente para decirte que sí, y a pesar de todo lo que hemos pasado sigo enamorada de ti y eso no va a cambiar.

También recuerdo que nos besamos luego de esa respuesta y fuimos a sentarnos en el sofá de la sala por un buen rato.

Este es el segundo aniversario del inicio de nuestro noviazgo en el que estoy sin Gitty, y se hace difícil pensar que se ha ido para no volver, pero igualmente sigue presente en mis pensamientos y vida todos los días como mi gran amor. No sé qué me deparará el futuro, pero todo lo que viví con Gitty, su amor, paciencia y dedicación, todos los momentos que vivimos juntos, tanto los buenos como los malos, siempre estarán en mi memoria, hasta el día de mi muerte.

Y si ella puede escucharme en dondequiera que esté, solamente puedo decirle: Gracias por todo lo que vivimos juntos todos estos años, por todo lo que me diste, por nuestra hija, por siempre y para siempre, gracias.


  

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