lunes, 26 de octubre de 2015

El pran como miembro del nuevo jet-set venezolano o la jai lai del hampa



Venezuela se ha transformado en el terreno donde todo lo insólito puede ser posible, especialmente cuando hablamos de lo malo. Es el país sin guerra en todo el planeta donde hay mas muertos y heridos por el uso de granadas fragmentarias. Uno de los tres líderes en homicidios y además donde las prisiones tienen más armas de fuego que los arsenales de los cuerpos policiales.

A esto sumemos el devastador efecto que sobre la moralidad de la nación como un todo generó la llegada del chavismo al poder con su relativismo moral a cuestas. No es que el sentido de moral del venezolano no estuviese ya resquebrajado a raíz de la llegada del boom petrolero a partir de 1974, pero desde 1999 el proceso de degeneración se aceleró de manera exponencial.

Todo comenzó con el primer discurso de orden durante el desfile militar dedicado al nuevo presidente el 02 de febrero de 1999, cuando el flamante “primer magistrado nacional” exclamó que si él fuese un padre de familia y sus hijos tuvieran hambre, pues también saldría a robar; este discurso generó una serie de ondas expansivas que incrementaron los robos y atracos de forma fácilmente apreciable.

Como si esto fuera poco, se impuso una corriente de "pensamiento" que considera al delincuente no como un criminal, sino como una persona que es víctima de un sistema que la obliga a delinquir y donde se considera que ella no es culpable ya que la verdadera culpa es del sistema capitalista y ese sistema criminógeno es quien debe ser condenado.

A eso podemos sumar el hecho de la promulgación del nuevo Código Orgánico Procesal Penal en 1998 que cambió el modelo judicial venezolano del sistema inquisitivo a uno más moderno pero sin que existiese la estructura policial y judicial necesaria para soportar ese cambio de paradigma. Al mismo tiempo, el nuevo gobierno, al promulgar una nueva constitución, también reformó el andamiaje jurídico, pero desgraciadamente, no para mejor.

Como si esto fuera poco, el presidente, por temor a cuerpos bien armados fuera de su control, en 2008, desarmó casi por completo a todas las policías del país con lo que los funcionarios se hallaron sin medios suficientes para imponerse a los delincuentes por medio de un superior poder de fuego.

Cuando juntamos todos estos ingredientes, mas la eliminación de la principal policía científica de investigación y su sustitución por otro cuerpo policial con orientación más política que de investigación criminal, pues tenemos el caldo de cultivo perfecto para la reproducción incontrolada de la criminalidad en Venezuela. Desde hace ya bastantes años no existen estadísticas oficiales acerca del crimen y por consiguiente su explosivo crecimiento no es mensurable, sino solamente perceptible.

Regresando al principio, el descenso moral del país como un todo, sumado a la enorme ola de criminalidad existente, ha causado la total pérdida de la brújula moral en Venezuela, donde se puede parafrasear al tango "Cambalache" de Enrique Santos Discépolo:

 Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor,
ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador...
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
Lo mismo un burro
que un gran profesor.
No hay aplazaos ni escalafón,
los ignorantes nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, Rey de Bastos,
caradura o polizón.

La Venezuela actual está hecha al calco del tango y así se comporta. Desde hace varios años mucha gente se encomienda a la "corte malandra". Los delincuentes velan y entierran a sus muertos exhibiendo todo su poder de fuego y su propia ley sin encontrar respuesta por parte de los cuerpos encargados del orden público. Las cárceles están controladas por los propios internos, sin que exista una autoridad legítima a cargo de éstas.

Hoy en día las cárceles venezolanas son unas ergástulas completamente abandonadas a su suerte. Antiguamente al menos se buscaba disimular un poco las formas, pero eso ya quedó atrás. No voy a decir que anteriormente el sistema penitenciario venezolano rivalizase con los sistemas de los países escandinavos, ni por equivocación; objetivamente, desde "Puros hombres" de Antonio Arráiz hasta los actuales pranes, las cárceles venezolanas han sido depósitos de seres humanos y universidades del crimen, donde se mezclan los ladrones de gallinas con los estafadores, atracadores, violadores, traficantes de drogas y asesinos en serie. Nunca ha existido criterio de distribución de procesados y condenados según la gravedad del crimen cometido ni tampoco ha existido la búsqueda de la rehabilitación del interno a través del trabajo y el estudio.

Así las cosas, el mismo preso tiene que buscar sobrevivir en esa selva llena de animales depredadores que no tienen más remedio que cazarse mutuamente para sobrevivir. Así pasamos del chuzo a la ametralladora .50 en menos de 20 años y en un lugar donde no existe autoridad ni nadie que haga cumplir la ley, pues se impone el más fuerte, igual que en la selva. Así nacieron los pranes;  el pran maneja una enorme cantidad de dinero, producto de la extorsión a los otros reclusos y así se transforma en el real jefe del internado, donde disfruta de impunidad y prestigio. Hay cárceles como la de Tocorón, cerca de Maracay, donde la discoteca de la cárcel es la más lujosa de la región y los internos que tienen posibilidades de pagar la extorsión o reciben permiso del líder para instalar negocios particulares disfrutan su estancia como si estuviesen en un lujoso resort.


Los policías y militares se han entregado por completo al crimen y ni hablar de los miembros del alto gobierno a nivel nacional, estatal y municipal. El saqueo del país a todos los niveles ha sido despiadado y realizado con total descaro. Al mismo tiempo, los ladrones de los dineros públicos se convierten en los protagonistas de los eventos sociales en las principales ciudades de Venezuela (el primo del ex-zar de PDVSA regalaba relojes Rolex a los invitados a sus fiestas, o al menos eso dice una de sus muchas anécdotas) y al final, los criminales comunes también buscan imitar a los mayores gangsters.

Así tenemos que "el Juvenal" disfruta impunemente del producto de sus delitos y hasta se hace retratar en una cama hecha de billetes exhibiendo armas de alto calibre, y por el otro lado, el pran de la cárcel de Barinas se casa en medio de una ostentosa fiesta y hasta paga espacios en los principales diarios de la ciudad para que quede registro de tan importante evento social. Este caballero recibió el título como herencia de su hermano mayor, quien era el jefe del internado judicial donde ejerció su poder con puño de hierro eliminando a todos sus posibles competidores. Así, al cumplir su pena, dejó a cargo al novio de esta boda, procesado por delitos sexuales.

El feliz novio decidió que tal acontecimiento debía ser reseñado tal como correspondía a su nuevo status socioeconómico y pagó espacios en los periódicos El diario La Prensa y el diario Los Llanos para que todos los barineses se enterasen de su boda y el sarao posterior amenizado por tres grupos musicales.

A través de las redes sociales mucha gente se quejó al respecto, y hubo quien etiquetó el espectáculo como marginal y kitsch, pero eran sobre todo quejas de forma y no de fondo. El verdadero fondo es el siguiente: ¿Por qué se permite en una cárcel que un interno organice una fiesta así? ¿No hay autoridad en ese internado judicial que se haga responsable de la población reclusa? ¿Cómo un preso maneja tanto dinero como para hacerle a dos diarios “una oferta a la que no se pueden rehusar” para que publiquen la reseña social de su fiesta con total impunidad?

En términos generales la cosa pasó por debajo de la mesa y nadie se dio por enterado de manera oficial, sin prensa escrita ni audiovisual que investigase el asunto la cosa quedó como una anécdota más en los turbulentos tiempos de la república venida a menos desde hace ya casi diecisiete años.

Sin embargo, hay mucha tela que cortar en este caso que simboliza como muchos otros la degradación moral del país, tanto como los saqueos a unidades de transporte, el robo a pasajeros de vehículos accidentados, los linchamientos de presuntos delincuentes y los delitos menores que ya son muestra de viveza y no de comportamiento delictivo. Hoy en día muchos niños aspiran ser pranes o individuos como “El Picure” y muchas niñas sueñan con ser sus mujeres para que las respeten.


Volviendo al tema del pran de Barinas, extensivo a todos los demás pranes, estos individuos ya se convirtieron en un referente social en la nueva Venezuela y mucha gente los ve como emprendedores exitosos, ya que el dinero es lo que manda, sin importar ni como se obtuvo ni de donde viene.

Las bodas han sido algo común en las cárceles, donde se celebraban de forma colectiva en el pasado para legalizar las uniones conyugales de los internos, pero nunca se hacían ceremonias ostentosas. Eso ha cambiado, y con eso también cambió la brújula moral del venezolano. Parafraseando a Emilio Lovera: "Siempre nos gobernaron delincuentes. Antes de “cuello blanco”, pero ahora es hampa común"


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