Venezuela se ha
transformado en el terreno donde todo lo insólito puede ser posible,
especialmente cuando hablamos de lo malo. Es el país sin guerra en todo el
planeta donde hay mas muertos y heridos por el uso de granadas fragmentarias.
Uno de los tres líderes en homicidios y además donde las prisiones tienen más
armas de fuego que los arsenales de los cuerpos policiales.
A esto sumemos el
devastador efecto que sobre la moralidad de la nación como un todo generó la
llegada del chavismo al poder con su relativismo moral a cuestas. No es que el
sentido de moral del venezolano no estuviese ya resquebrajado a raíz de la
llegada del boom petrolero a partir de 1974, pero desde 1999 el proceso de
degeneración se aceleró de manera exponencial.
Todo comenzó con el
primer discurso de orden durante el desfile militar dedicado al nuevo
presidente el 02 de febrero de 1999, cuando el flamante “primer magistrado
nacional” exclamó que si él fuese un padre de familia y sus hijos tuvieran
hambre, pues también saldría a robar; este discurso generó una serie de ondas
expansivas que incrementaron los robos y atracos de forma fácilmente
apreciable.
Como si esto fuera
poco, se impuso una corriente de "pensamiento" que considera al
delincuente no como un criminal, sino como una persona que es víctima de un
sistema que la obliga a delinquir y donde se considera que ella no es culpable
ya que la verdadera culpa es del sistema capitalista y ese sistema criminógeno
es quien debe ser condenado.
A eso podemos sumar
el hecho de la promulgación del nuevo Código Orgánico Procesal Penal en 1998
que cambió el modelo judicial venezolano del sistema inquisitivo a uno más
moderno pero sin que existiese la estructura policial y judicial necesaria para
soportar ese cambio de paradigma. Al mismo tiempo, el nuevo gobierno, al
promulgar una nueva constitución, también reformó el andamiaje jurídico, pero desgraciadamente, no para mejor.
Como si esto fuera
poco, el presidente, por temor a cuerpos bien armados fuera de su control, en
2008, desarmó casi por completo a todas las policías del país con lo que los funcionarios
se hallaron sin medios suficientes para imponerse a los delincuentes por medio
de un superior poder de fuego.
Cuando juntamos
todos estos ingredientes, mas la eliminación de la principal policía científica
de investigación y su sustitución por otro cuerpo policial con orientación más
política que de investigación criminal, pues tenemos el caldo de cultivo
perfecto para la reproducción incontrolada de la criminalidad en Venezuela.
Desde hace ya bastantes años no existen estadísticas oficiales acerca del
crimen y por consiguiente su explosivo crecimiento no es mensurable, sino
solamente perceptible.
Regresando al
principio, el descenso moral del país como un todo, sumado a la enorme ola de
criminalidad existente, ha causado la total pérdida de la brújula moral en
Venezuela, donde se puede parafrasear al tango "Cambalache" de
Enrique Santos Discépolo:
Hoy resulta que es lo
mismo
ser
derecho que traidor,
ignorante,
sabio o chorro,
generoso o estafador...
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
Lo mismo un burro
que un gran profesor.
No hay aplazaos ni escalafón,
los ignorantes nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, Rey de Bastos,
caradura o polizón.
La
Venezuela actual está hecha al calco del tango y así se comporta. Desde hace
varios años mucha gente se encomienda a la "corte malandra". Los
delincuentes velan y entierran a sus muertos exhibiendo todo su poder de fuego
y su propia ley sin encontrar respuesta por parte de los cuerpos encargados del
orden público. Las cárceles están controladas por los propios internos, sin que
exista una autoridad legítima a cargo de éstas.
Hoy
en día las cárceles venezolanas son unas ergástulas completamente abandonadas a
su suerte. Antiguamente al menos se buscaba disimular un poco las formas, pero
eso ya quedó atrás. No voy a decir que anteriormente el sistema penitenciario
venezolano rivalizase con los sistemas de los países escandinavos, ni por
equivocación; objetivamente, desde "Puros hombres" de Antonio Arráiz
hasta los actuales pranes, las cárceles venezolanas han sido depósitos de seres
humanos y universidades del crimen, donde se mezclan los ladrones de gallinas
con los estafadores, atracadores, violadores, traficantes de drogas y asesinos
en serie. Nunca ha existido criterio de distribución de procesados y condenados
según la gravedad del crimen cometido ni tampoco ha existido la búsqueda de la
rehabilitación del interno a través del trabajo y el estudio.
Así
las cosas, el mismo preso tiene que buscar sobrevivir en esa selva llena de
animales depredadores que no tienen más remedio que cazarse mutuamente para
sobrevivir. Así pasamos del chuzo a la ametralladora .50 en menos de 20 años y
en un lugar donde no existe autoridad ni nadie que haga cumplir la ley, pues se
impone el más fuerte, igual que en la selva. Así nacieron los pranes; el pran maneja una enorme cantidad de dinero,
producto de la extorsión a los otros reclusos y así se transforma en el real
jefe del internado, donde disfruta de impunidad y prestigio. Hay cárceles como
la de Tocorón, cerca de Maracay, donde la discoteca de la cárcel es la más
lujosa de la región y los internos que tienen posibilidades de pagar la
extorsión o reciben permiso del líder para instalar negocios particulares
disfrutan su estancia como si estuviesen en un lujoso resort.
Los
policías y militares se han entregado por completo al crimen y ni hablar de los
miembros del alto gobierno a nivel nacional, estatal y municipal. El
saqueo del país a todos los niveles ha sido despiadado y realizado con
total descaro. Al mismo tiempo, los ladrones de los dineros públicos se
convierten en los protagonistas de los eventos sociales en las principales
ciudades de Venezuela (el primo del ex-zar de PDVSA regalaba relojes Rolex a los
invitados a sus fiestas, o al menos eso dice una de sus muchas anécdotas) y al
final, los criminales comunes también buscan imitar a los mayores gangsters.
Así
tenemos que "el Juvenal" disfruta impunemente del producto de sus
delitos y hasta se hace retratar en una cama hecha de billetes exhibiendo armas
de alto calibre, y por el otro lado, el pran de la cárcel de Barinas se casa en
medio de una ostentosa fiesta y hasta paga espacios en los principales diarios
de la ciudad para que quede registro de tan importante evento social. Este caballero
recibió el título como herencia de su hermano mayor, quien era el
jefe del internado judicial donde ejerció su poder con puño de hierro
eliminando a todos sus posibles competidores. Así, al cumplir su pena, dejó a
cargo al novio de esta boda, procesado por delitos sexuales.
El feliz novio decidió
que tal acontecimiento debía ser reseñado tal como correspondía a su nuevo
status socioeconómico y pagó espacios en los periódicos El diario La Prensa y
el diario Los Llanos para que todos los barineses se enterasen de su boda y el
sarao posterior amenizado por tres grupos musicales.
A través de las
redes sociales mucha gente se quejó al respecto, y hubo quien etiquetó el espectáculo
como marginal y kitsch, pero eran sobre todo quejas de forma y no de fondo. El
verdadero fondo es el siguiente: ¿Por qué se permite en una cárcel que un
interno organice una fiesta así? ¿No hay autoridad en ese internado judicial
que se haga responsable de la población reclusa? ¿Cómo un preso maneja tanto dinero
como para hacerle a dos diarios “una oferta a la que no se pueden rehusar” para
que publiquen la reseña social de su fiesta con total impunidad?
En términos
generales la cosa pasó por debajo de la mesa y nadie se dio por enterado de
manera oficial, sin prensa escrita ni audiovisual que investigase el asunto la
cosa quedó como una anécdota más en los turbulentos tiempos de la república
venida a menos desde hace ya casi diecisiete años.
Sin embargo, hay
mucha tela que cortar en este caso que simboliza como muchos otros la
degradación moral del país, tanto como los saqueos a unidades de transporte, el
robo a pasajeros de vehículos accidentados, los linchamientos de presuntos
delincuentes y los delitos menores que ya son muestra de viveza y no de
comportamiento delictivo. Hoy en día muchos niños aspiran ser pranes o
individuos como “El Picure” y muchas niñas sueñan con ser sus mujeres para que
las respeten.
Volviendo
al tema del pran de Barinas, extensivo a todos los demás pranes, estos
individuos ya se convirtieron en un referente social en la nueva Venezuela y
mucha gente los ve como emprendedores exitosos, ya que el dinero es lo que
manda, sin importar ni como se obtuvo ni de donde viene.
Las
bodas han sido algo común en las cárceles, donde se celebraban de forma
colectiva en el pasado para legalizar las uniones conyugales de los internos,
pero nunca se hacían ceremonias ostentosas. Eso ha cambiado, y con eso también
cambió la brújula moral del venezolano. Parafraseando a Emilio Lovera: "Siempre nos gobernaron
delincuentes. Antes de “cuello blanco”, pero ahora es hampa común"