Acerca de cómo sobrevivir a la pérdida de la única mujer que he amado mientras me dedico a escribir tonterías para encontrar algún sentido a la vida que no es vida sin ella.
jueves, 27 de marzo de 2014
201.932 (Primera parte)
Ése es el número de muertes violentas que han ocurrido en Venezuela entre 1999 y 2013 (al hablar de muertes violentas me refiero específicamente a homicidios), es decir, durante el tiempo que Hugo Chávez y Nicolás Maduro han ejercido como presidentes del país.
Tal cifra se toma como una estadística más, que pareciese no tener mayor sentido ni significación, al igual que la que (tomando en cuenta los modelos estadísticos de la ciencia criminalística) determina que por cada fallecido en un hecho de violencia se registran cinco lesionados, eleva la cifra de afectados a más de 1.200.000 personas.
Durante estos 15 años la delincuencia ha crecido en Venezuela de manera exponencial, y de la misma forma, las cifras oficiales han ido desapareciendo hasta desvanecerse por completo, por lo que los registros actuales de homicidios solamente pueden tenerse gracias a la ONG Observatorio Venezolano de la Violencia, que hace un trabajo bastante serio al respecto.
El fallecido Chávez creía que la delincuencia violenta era producto de la sociedad capitalista, y por ende, la única forma de controlar ese flagelo era a través del tránsito de Venezuela al Horizonte Luminoso de los Pueblos (es decir, al Socialismo), donde tal enfermedad desaparecería mágicamente y los venezolanos no tendrían que sufrir más por esa causa. Así que, bajo tal premisa, no era necesario desperdiciar fuerzas tratando de acabar o al menos controlar el crimen, ya que el solito desaparecería al llegar al Socialismo; así que era necesario apresurar la marcha para lograr esa utopía cuanto antes.
Como es natural, las cosas no son así y el crimen se desbordó por completo en todo el país, mientras la élite gobernante se aliaba con los elementos más conspicuos del crimen organizado en Colombia y México para obtener pingües ganancias prestando el territorio nacional como lugar de tránsito seguro de las drogas duras a ser exportadas a los países desarrollados. Sumemos a esto una corrupción administrativa rampante y un absoluto desprecio por la Ley por parte de los nuevos amos del país y tendremos un resultado como el que ocurrió la noche del seis de Enero de 2014.
Esa noche, la Miss Venezuela del año 2005 Mónica Esser y su esposo Michael Berry fueron asesinados dentro de su automóvil cuando se encontraban varados en la "autopista" Valencia-Puerto Cabello a la altura de la población de El Cambur, adicionalmente su pequeña hija, de apenas cinco años, resultó herida en una pierna.
Varios puntos a considerar en este caso: Asesinados en una vía expresa pública, cuando el vehículo en el que viajaban sufrió un desperfecto gracias a obstáculos puestos en la vía por delincuentes, un aun no determinado tiempo de espera para recibir auxilio, el auxilio llega y poco después ocurre el desenlace fatal.
Aquí tengo que hablar desde mi propia experiencia y a partir de otro caso muy famoso como lo fue el accidente que sufrió Renato Capriles, el director de la orquesta Los Melódicos en enero de 1997, cuando transitando por la ARC, al intentar esquivar unos obstáculos puestos en la vía perdió el control del vehículo en el que viajaba y se estrelló contra las defensas de la autopista, quedando gravemente herido (y donde murió a causa de las heridas, Floriana, la cantante que lo acompañaba). En cuanto a mí, tuve mejor fortuna, ya que un caso similar me pasó una noche de Julio de 2002, poco menos de un mes antes de salir definitivamente de Venezuela con mi familia, cuando regresando del trabajo en Caracas a mi casa en Cúa, al tomar la curva para subir la cuesta de Tazón, mi carro patinó encima de una capa de aceite puesta adrede por delincuentes para que los vehículos se descontrolaran y terminarán estrellándose contra las defensas de la autopista, cosa que efectivamente me ocurrió. La diferencia en mi caso estuvo en que logré maniobrar algo y así al menos no sufrí mayor daño físico, excepto unas leves magulladuras y el aturdimiento natural. Lo interesante estuvo en que apenas el carro se detuvo, salieron varios sujetos de entre los matorrales, a quienes pude mantener a raya advirtiéndoles que estaba armado y que si se acercaban donde estaba tiraría a matar; tal situación duró algún tiempo hasta que llegó la policía de carreteras a socorrerme.
Con lo antes expuesto quiero decir que esta modalidad delictiva no es nueva, pero ha ido empeorando con el tiempo sin que al parecer haya ninguna forma de detener esta situación, posiblemente por algún oscuro interés del mismo gobierno. Lo cierto del caso es que la sangría continúa y no parece existir control alguno para detenerla
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario