Acerca de cómo sobrevivir a la pérdida de la única mujer que he amado mientras me dedico a escribir tonterías para encontrar algún sentido a la vida que no es vida sin ella.
jueves, 27 de marzo de 2014
201.932 (Segunda parte)
En el país del absurdo, los criminales están sueltos y los policías presos. Aquí entramos al caso de Iván Simonovis; policía especialista graduado en la policía judicial creada en los tiempos de la República Civil conocida como Policía Técnica Judicial o PTJ, excelente investigador criminal, considerado en su momento, gracias a su experiencia profesional, cursos y postgrados hechos, como miembro de la élite policial del continente.
Desventuradamente, buscando ayudar como planificador anticrimen a la ciudad de Caracas, aceptó el cargo de Comisionado que le ofreció Alfredo Peña, primer Alcalde Mayor de Caracas. Así empezó labores en un cargo que tenía el objetivo de coordinar las labores policiales de todos los municipios que integran la Gran Caracas, además de servir como ente planificador en toda esta materia.
Como comisionado, su labor fue excelente y tenia muy buenos planes a ser desarrollados, pero en esos tiempos la crispación política llegó a niveles intolerables y el año 2002 tal conflictividad encontró su clímax con los sucesos ocurridos en Caracas el 11 de abril de ese año, donde murieron 19 personas y resultaron heridas de bala más de 100. Como consecuencia de estos hechos, Hugo Chávez fue separado del poder por 48 horas y luego repuesto. Después de estos sucesos, su liderazgo continuó tambaleante hasta agosto de 2004, cuando ganó el referéndum revocatorio y pudo consolidarse por completo.
A partir de ese momento se inició la venganza del líder y una de sus primeras victimas fue el antiguo comisionado de seguridad ciudadana del Alcalde Peña, ya que serviría como chivo expiatorio para darle rostro a los culpables de la masacre, y lo más lógico es que fuesen personas no identificadas con el proyecto chavista, y Simonovis era la presa mayor, especialmente si se considera que el Alcalde Peña había huido del país para evitar la venganza de los chavistas, especialmente dura en su caso, ya que era considerado un tránsfuga.
Así, fueron hechos presos los directivos de la extinta Policía Metropolitana y el Comisionado de seguridad, junto con varios agentes. A pesar de no existir pruebas, fueron acusados por la muerte de dos personas y luego de un larguísimo juicio fueron condenados a penas estrafalariamente altas, a pesar de no existir pruebas ni indicios de culpabilidad alguna en los sucesos y las muertes de las que fueron acusados.
Simonovis fue condenado a pesar de no estar en el sitio, a pesar de no haber girado orden alguna a sus subalternos para que usaran sus armas de fuego, y siendo su cargo eminentemente consultivo, más que ejecutivo, por lo que no tenía capacidad de dar órdenes directas al personal policial que se encontraba en el sitio. De hecho, trató de impedir que la gente reunida en la concentración de Chuzo se fuese al centro de Caracas, esfuerzo que resultó inútil, debido a la cantidad de gente reunida y la misma inercia de toda esa gente moviéndose en la misma dirección.
Fue hecho preso en Noviembre de 2004, y condenado a 30 años de presidio, y sometido a condiciones de reclusión que podrían calificar como tortura bajo los estándares internacionales de derechos humanos. Actualmente, debido a esas mismas condiciones, padece de múltiples patologías que ponen en riesgo su vida y a pesar de haber pasado por montones de evaluaciones médicas que corroboran su precario estado de salud, ninguna medida humanitaria ha sido aprobada por la juez que dirige la causa.
Lo que subleva de este caso en particular es que a los famosos comandantes del 4f y los cabecillas del 27n se les brindaron muy buenas condiciones de reclusión y fueron liberados -a pesar de haber dañado patrimonio público, causado muertes y graves heridas a muchas personas, sin contar la traición al juramento hecho al momento de graduarse como oficiales- en el transcurso de dos años y medio como sobreseídos sin perder ninguno de sus derechos políticos y ciudadanos. De hecho, el Sr Chávez recibía visitas desde temprano en la mañana hasta altas horas de la noche, incluyendo visitas conyugales de varias mujeres; cuando por alguna razón tenía algún quebranto de salud era llevado al Hospital Militar e instalado en el piso destinado a los generales.
Mientras tanto, señal de la profunda mezquindad que tienen estos tipos que tiranizan Venezuela, Simonovis, excelente policía, que debería estar combatiendo la terrible delincuencia criminal que enluta el país, está muriéndose de mengua en la cárcel.
Aquí viene una hipótesis que manejo desde hace mucho. Creo que en 1999 se registró una situación de robo con toma de rehén en la población de Cúa, y el comisario que dirigió toda la operación policial fue Simonovis; tal situación se resolvió cuando un francotirador de la PTJ mató al delincuente luego que todas las negociaciones habían fracasado y el sujeto se disponía a asesinar a su rehén. La orden de actuar fue dada por Simonovis para preservar la vida de una persona inocente, pero, tomando en cuenta que actualmente en funciones de alto gobierno se encuentran personas de dudoso historial, y algunas con amplio prontuario criminal, y tomando en cuenta que el delincuente muerto tenía familiares ¿No será que alguien en el alto gobierno relacionado con este sujeto quiere vengarse de Simonovis y no descansará hasta verlo muerto?
201.932 (Primera parte)
Ése es el número de muertes violentas que han ocurrido en Venezuela entre 1999 y 2013 (al hablar de muertes violentas me refiero específicamente a homicidios), es decir, durante el tiempo que Hugo Chávez y Nicolás Maduro han ejercido como presidentes del país.
Tal cifra se toma como una estadística más, que pareciese no tener mayor sentido ni significación, al igual que la que (tomando en cuenta los modelos estadísticos de la ciencia criminalística) determina que por cada fallecido en un hecho de violencia se registran cinco lesionados, eleva la cifra de afectados a más de 1.200.000 personas.
Durante estos 15 años la delincuencia ha crecido en Venezuela de manera exponencial, y de la misma forma, las cifras oficiales han ido desapareciendo hasta desvanecerse por completo, por lo que los registros actuales de homicidios solamente pueden tenerse gracias a la ONG Observatorio Venezolano de la Violencia, que hace un trabajo bastante serio al respecto.
El fallecido Chávez creía que la delincuencia violenta era producto de la sociedad capitalista, y por ende, la única forma de controlar ese flagelo era a través del tránsito de Venezuela al Horizonte Luminoso de los Pueblos (es decir, al Socialismo), donde tal enfermedad desaparecería mágicamente y los venezolanos no tendrían que sufrir más por esa causa. Así que, bajo tal premisa, no era necesario desperdiciar fuerzas tratando de acabar o al menos controlar el crimen, ya que el solito desaparecería al llegar al Socialismo; así que era necesario apresurar la marcha para lograr esa utopía cuanto antes.
Como es natural, las cosas no son así y el crimen se desbordó por completo en todo el país, mientras la élite gobernante se aliaba con los elementos más conspicuos del crimen organizado en Colombia y México para obtener pingües ganancias prestando el territorio nacional como lugar de tránsito seguro de las drogas duras a ser exportadas a los países desarrollados. Sumemos a esto una corrupción administrativa rampante y un absoluto desprecio por la Ley por parte de los nuevos amos del país y tendremos un resultado como el que ocurrió la noche del seis de Enero de 2014.
Esa noche, la Miss Venezuela del año 2005 Mónica Esser y su esposo Michael Berry fueron asesinados dentro de su automóvil cuando se encontraban varados en la "autopista" Valencia-Puerto Cabello a la altura de la población de El Cambur, adicionalmente su pequeña hija, de apenas cinco años, resultó herida en una pierna.
Varios puntos a considerar en este caso: Asesinados en una vía expresa pública, cuando el vehículo en el que viajaban sufrió un desperfecto gracias a obstáculos puestos en la vía por delincuentes, un aun no determinado tiempo de espera para recibir auxilio, el auxilio llega y poco después ocurre el desenlace fatal.
Aquí tengo que hablar desde mi propia experiencia y a partir de otro caso muy famoso como lo fue el accidente que sufrió Renato Capriles, el director de la orquesta Los Melódicos en enero de 1997, cuando transitando por la ARC, al intentar esquivar unos obstáculos puestos en la vía perdió el control del vehículo en el que viajaba y se estrelló contra las defensas de la autopista, quedando gravemente herido (y donde murió a causa de las heridas, Floriana, la cantante que lo acompañaba). En cuanto a mí, tuve mejor fortuna, ya que un caso similar me pasó una noche de Julio de 2002, poco menos de un mes antes de salir definitivamente de Venezuela con mi familia, cuando regresando del trabajo en Caracas a mi casa en Cúa, al tomar la curva para subir la cuesta de Tazón, mi carro patinó encima de una capa de aceite puesta adrede por delincuentes para que los vehículos se descontrolaran y terminarán estrellándose contra las defensas de la autopista, cosa que efectivamente me ocurrió. La diferencia en mi caso estuvo en que logré maniobrar algo y así al menos no sufrí mayor daño físico, excepto unas leves magulladuras y el aturdimiento natural. Lo interesante estuvo en que apenas el carro se detuvo, salieron varios sujetos de entre los matorrales, a quienes pude mantener a raya advirtiéndoles que estaba armado y que si se acercaban donde estaba tiraría a matar; tal situación duró algún tiempo hasta que llegó la policía de carreteras a socorrerme.
Con lo antes expuesto quiero decir que esta modalidad delictiva no es nueva, pero ha ido empeorando con el tiempo sin que al parecer haya ninguna forma de detener esta situación, posiblemente por algún oscuro interés del mismo gobierno. Lo cierto del caso es que la sangría continúa y no parece existir control alguno para detenerla
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