No hay palabras adecuadas para describir lo que pasó en el salón de reuniones ese que se pergeñó en la constitución de 1999. Luego de lo que escribí la semana pasada, no pensé que se podía llegar más bajo, pero, obviamente, me equivoqué por completo.
Recuerdo que hace varios años leí la "Historia Universal de la Infamia" de J.L. Borges y mientras leía el libro pensaba que si Borges hubiese tenido más información acerca de Venezuela habría escrito un libro más extenso que la enciclopedia Espasa-Calpe. Y eso era ya hace más de diez años atrás!. Ahora estamos en lo que se ha dado en llamar la "lucha contra la corrupción", donde los corruptos son los honrados y los honestos son acusados de corruptos.
Tal desaguisado me recuerda un poco a "1984" de George Orwell, pero me recuerda más, por lo bufo, a "Pinocho" de Carlo Collodi. Cuando Pinocho se escapa de su casa para no ir a la escuela, se encuentra con dos rufianes, la zorra y el gato, quienes lo embaucan con diversas trampas (algo así como "paquetes chilenos") y el último se lo hacen en el País de los Tontos, donde cuando Pinocho va a solicitar justicia, es hecho preso y condenado por estúpido.
La Venezuela actual no es Kafkiana, sino, a falta de otro nombre, Pinochiana, ya que esto no es serio, sino terriblemente bufo, simplemente grotesco, un mal, muy mal sketch cómico; pero lo ocurrido ayer ha sido el colmo de los colmos. Se pretende condenar a una persona por su orientación sexual, así de sencillo. Las únicas pruebas que se presentaron fueron unas fotografías de hombres divirtiéndose y completamente vestidos. Lo mejor del cuento es que a partir de esas fotos salieron acusaciones de prostitución, orgías y hasta pornografía infantil.
La orientación sexual de una persona es asunto privado, y nadie debe meterse en eso. Si es eso que llaman "straight" o LGBT es asunto de esa persona, y mientras no cause daño a terceros eso no debe ser incumbencia de más nadie sino de las personas directamente involucradas y mayores de edad que consientan en practicar el sexo como mejor lo consideren. La "intervención" del "diputado" perro carroña (no lo llamaré de otra forma ni que me maten) pasará a la historia como una de las más infames intervenciones parlamentarias en la historia; el vocabulario, la forma de hablar, la gestualidad corporal, son indescriptibles. Cuando ví esto me acordé de una película italiana de los años 70 llamada "Cómo he podido caer tan bajo". Eso es lo que yo pienso de la Venezuela actual. Cómo ha caído tan bajo? Hasta dónde va a seguir cayendo?